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Una prieta en la derecha, ¡Jamás!



POR NORBERTO HERNÁNDEZ BAUTISTA

Cuando Hernando Cortés emprendió su expedición con fines de conquista combatió en Tabasco y, tras vencer la resistencia local, recibió como regalo una veintena de mujeres de manos del cacique derrotado. Entre esas mujeres iba una joven no mayor a los quince años, que antes de ser entregada como esclava vivió protegida por la riqueza de su padre, que también era cacique.


Sin saberlo, Cortés, un hombre blanco y barbado, unió su destino a una mujer morena cuya presencia, habilidad y sensibilidad lo llevó a la conquista del dominio mexica. Doña Inés, Malitzin o Malinali, los nombres como trascendió en la historia, fue determinante para que el conquistador extremeño ganara nuevos territorios para la corona de Castilla, una vez que tomó Tlatelolco, último reducto de los combativos guerreros mexicas.


Ella hablaba náhuatl y maya, Jerónimo de Aguilar, que vivió entre los indígenas de la isla de Cozumel, antes de ser rescatado por Cortés, solo maya. Al llegar a Veracruz, el extremeño recibió una delegación mexica, pero su traductor no entendía. Fue cuando Malitzin intervino y tradujo del náhuatl al maya y Jerónimo de Aguilar del maya al castellano para que entendiera Cortés. Ahí se selló la alianza entre un blanco y una mestiza; luego tuvieron vida sentimental y un hijo. Fue el mestizaje que fundó a nuestra nación.


—Qué profundidad Melitón, pero no entiendo ¿qué me quieres decir?


—Está claro Castor, como mandado hacer. Solo pon atención, pero suelta la caguama, porque en un descuido la rompes, con eso que pareces caballo lechero. Y dinero no traemos para comprar otras. Te pones apostar en la cascara como si fueras Maradona y ve, nos ganaron otra vez.


La cosa es está. Cortés hizo alianzas con todos; se apoyó en doña Inés y sumó a miles de indígenas que rechazaban el dominio mexica. Así fue como logró su objetivo. Al ganar no exterminó a los indígenas ni a los caciques ¡gobernó con ellos! El poder prieto lo hizo. Ahora, el Frente Amplio por México supone como mejor opción para competir en la presidencial de 2024 a una mujer morena, pero el racismo del panismo puro quiere a un güerito, ojo azul, de corte aristocrático, ideológicamente identificado con ideas panistas y de indiscutible formación de derecha.


La propuesta los indignó. Primero se llama Xóchitl, es morena —prieta dirían ellos en privado— de origen humilde, con sangre indígena, usa huipil (eso si de marca), estudio en la UNAM, no habla inglés, le va al Cruz Azul, es grosera y lo peor ¡es progre! La primera en renunciar fue la terrible Lilly; luego Claudia (la del PRI); antes ya se había bajado Alito; Murat dijo que respeta, pero que en otra ocasión acepta; y, Gustavo de Hoyos dijo no, porque no hay posibilidad para los ciudadanos, el método privilegia a los partidos.


Todos los que han renunciado expresan que van a recorrer el país para vencer a Morena, en realidad se van, porque saben que las reglas del juego no son para ellos. Los priistas están en desacuerdo con el método y los panistas están molestos, quieren a Creel. Dicen que Xóchitl parece más candidata de Morena que de la derecha.


Es un asunto de fondo. La cúpula de los partidos y su líder moral, Claudio X. González, pueden imponer a Xóchitl, pero eso tiene un alto precio. La extrema derecha panista no se siente representada y los priistas simplemente pueden voltear su apoyo político a Morena. El método los metió en una encrucijada, a quien elijan, van divididos.


—De todo esto Melitón, creo que tú también quedas fuera.


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