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Pláticas de café… duda e incertidumbre



POR NORBERTO HERNÁNDEZ BAUTISTA

Una mañana, en un saludo de pasillo.


—Pienso que la elección está empatada. — Yo creo que no, que Morena va arriba.

—¿Será la candidata? o ¿qué es lo que sucede? El Partido Revolucionario Institucional (PRI) siempre es cuidadoso de las formas y el que encabeza estas reglas es el primer priista del estado. ¿Eso no ha sido así?

—No del todo. Ha faltado operación hacia dentro, como antes.

—Sin embargo, ya salieron todos en una fotografía, donde se mira que las cosas van por el rumbo que caracteriza al PRI.

—Esa es tu opinión, creo que fue más una imagen de forma, no de fondo; fue por no dejar. Puro teatro.

—¿Pueden perder?

—Eso parece.

—Sería una derrota histórica. Algo nunca visto. Pueden derivarse cambios profundos. El PRI quedará en una posición de escasa operación. Puede que pase de ser un partido hegemónico, dominante, altamente competitivo, a un partido como el PRD, el Verde, el PT o Nueva Alienza.

—Pues si.


Es evidente que el PRI y su candidata están siendo superados por el escenario político que exige innovar, ser creativos y siguen con las mismas formas, discursos, eventos y manejo de medios, como en los viejos tiempos. El candidato no es Motiel, no es Peña. Su falta de creatividad y resistencia a cambiar es su mayor debilidad, no los adversarios. Hace falta la inclusión de voces, ideas, grupos y figuras que desempeñen una tarea real, de compromiso y no que acudan a eventos a cumplir, sin otro reto que mostrar una unidad aparente, sin fuerza, sin convicción.


El mayor riesgo que se percibe es la simulación. La tendencia puede incrementarse desde dentro y el daño puede crecer al ritmo que la campaña avance. El PRI y su candidata pierden demasiado tiempo en eventos que reflejan más improvisación que una movilización de agenda, emotiva y lista para dar la batalla decisiva.


Las elecciones del 2021 no son un buen parámetro para decir que fueron los partidos coaligados los que vencieron a Morena en los municipios que este partido había ganado en 2018. Esos números son engañosos y no pueden tomarse como base. De ahí la necesidad de conocer con detalle los distintos territorios de la competencia, los perfiles de los electores y las acciones de la estrategia que, necesariamente, debe ser diversificada para aspirar a ganar.


Los resultados del 2018 son más una respuesta de las clases medias en contra de la figura presidencial. La coalición del PAN-PRI-PRD fue quien captó el voto del rechazo al gobierno de la Cuarta Transformación (4T), pero no fue quien los generó. Pensar diferente es un error.

En este momento, es más el hartazgo al PRI y la creciente motivación electoral en contra a la continuidad del pri-gobierno, por sus casi cien años de permanencia. La marca PRI, como partido único que ha gobernado en el Estado de México, registra el mismo ánimo que llevó a la presidencia del país a Andrés Manuel López Obrador. Los electores rechazaron la alternancia del PAN-PRI y dieron un voto masivo al entonces candidato de Morena.


En un encuentro fortuito del día siguiente:

¿Cómo estás? Bien.

Tú, ¿qué tal?

Ahí vamos. ¿Ya se sumó Ana Lilia?

Si, ya se alineó. Así es en el PRI. Protestamos para tener algo y luego nos unimos para ir con todo. En el partido ya lo tenemos todo listo, ya le sabemos y no nos vamos a detener por nada. Los morenos no saben ni por dónde. El peje ya está muy desgastado.

¡Oye, pues muy bien, éxito!

Si, hay nos vemos. Sigo a tus órdenes.

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