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Hasta siempre… presidente



POR NORBERTO HERNÁNDEZ BAUTISTA

Para quienes estudiamos en instituciones de educación media y superior públicas aprendimos de la música de los ideales, de la música de la arenga, de protesta, de la que arranca suspiros de convicción, de sueños y de lucha. Esa música nos hermanó con varias generaciones; nos vinculó en el ideal de ver que un día la patria cambiaría, que llegaría el triunfo de la utopía, de la conquista de las demandas del pueblo. No es nueva ni es la primera vez que se dice la dura y emotiva frase: hasta siempre.

 

Es una canción que, si la oímos en cualquier parte, en cualquier momento, nos detenemos, ponemos atención y buscamos miradas de coincidencia con el compañero anónimo, porque nos traslada a una época que vivimos con intensidad, apasionamiento y que nos identificó para siempre. La letra es de Carlos Puebla y la hizo para recordar por siempre al comandante Ernesto “Che” Guevara. “Aprendimos a quererte, desde la histórica altura, donde el sol de tu bravura, le puso cerco a la muerte. Aquí se queda la clara, la entrañable transparencia, de tu querida presencia comandante Che Guevara”. Aunque estemos cada día más viejos, oír esa música nos cimbra, la sangre se agita y la mente recorre distintos momentos de nuestras vidas.

 

Jamás pensé que alguien en estás épocas pudiera heredar la fuerza de esa frase que reúne un contenido único, para honrar la memoria de una figura grande, conocida, querida y recordada como lo es la del carismático guerrillero “Che Guevara”, médico de sangre argentina, de convicción cubano y de corazón latinoamericano. Ese privilegio se lo ha dado el pueblo de México al luchador social nacido en Tabasco, Andrés Manuel López Obrador. Sus detractores no son tantos, son pocos, porque los ricos y poderosos apenas suman un puñado; en cambio, son millones los que lo quieren, porque el pueblo así lo decidió. Su causa de vida y de lucha política siempre fue estar del lado del pobre, del necesitado, del marginado, del desposeído. Con ellos caminó, en los momentos difíciles ellos lo sacaron adelante y con ellos ganó la presidencia del país e hizo historia. Su voz fue un eco que se metió en la conciencia profunda de los grupos sociales: “Con el pueblo todo, sin el pueblo nada”.

 

En el marxismo se dice: “no es la conciencia lo que determina al ser social, es el ser social lo que determina la conciencia”; y López Obrador fue precisamente eso, un líder que hizo posible la revolución de las conciencias. Frente al desprecio de sus adversarios, que lo odian tanto como lo detestan, que lo critican tanto como lo miran, edificó un muro popular tan sólido que aguantó las agresiones de sus poderosos adversarios que hicieron de todo por acabarlo. Los ataques se intensificaron desde que estuvo al frente de la jefatura del gobierno del Distrito Federal. Ilegalmente lo desaforaron, pero nada les funcionó; sus bases sociales se mantuvieron alertas, actuantes y leales.

 

Durante el fraude que le robo la presidencia en las elecciones de 2006 tomó la emblemática avenida Reforma, protestó de manera pacífica y fue ahí donde surgió la figura de presidente legítimo. Si bien su movimiento ya tenía fuerza, el Lopezobradorismo siguió creciendo, nadie lo paró, formó un partido y ganó el derecho de gobernar para el pueblo, no para las élites políticas y económicas ni para la oligarquía que tenían sometido al país. Por derecho propio será recordado como un referente en la historia patria y como un líder latinoamericano que regresó la motivación a los movimientos progresistas.

 

Hasta siempre presidente, Andrés Manuel López Obrador.

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